Hay acontecimientos que marcan puntos de inflexión en la historia. Por su magnitud, por su simbolismo o también, por la tragedia que llevan aparejadas. A menudo, tristemente, los historiadores e historiadoras, nos encargamos de estudiarlos, de analizarlos y, a veces, rescatarlos del olvido institucional o social en el que permanecen. Guerras, atentados terroristas, asesinatos, que generan traumas personales y colectivos, pero que consideramos que es necesarios rescatar para que no sean manipulados por los saqueadores de memoria.
Sin embargo, en otras ocasiones, nos vemos en la obligación, y digo bien, obligación, de no mirar atrás, sino al presente. A la actualidad sociopolítica para poder analizarla y explicarla con los ojos de quien conoce la historia. Ningún conflicto surge de un día, un mes, ni siquiera de un año para otro. Las explicaciones más ricas y complejas, van muchos años atrás, incluso siglos.
Analizar ciertos acontecimientos desde la perspectiva de la historia, permite, abrir miras, o por lo menos no cerrarlas. De lo contrario, es como si estuviésemos viendo la realidad con un ojo tapado. Esto significa, que estaremos más expuestos, porque siempre lo estamos, a la propaganda, al discurso fácil y por ende al odio.
Hoy hablaremos sobre el conflicto ruso-ucraniano, pero no de lo que está sucediendo ahora y mucho menos, como hacen algunos opinólogos, de lo que pasará en un futuro. Tampoco, caeremos en el error de señalar a buenos y a malos, de simplificar las cosas a negras o blancas, pues todo lo que tenga que ver con los seres humanos es negro o blanco, hay una rica escala de grises, que nos permite entender mejor lo que sucede y no caer tan fácil en el odio que acompaña a estos sucesos.
Por eso lo analizaremos desde las ciencias sociales, de manera tranquila y sosegada, pues tristemente no podemos solucionar el conflicto. Solo, y nada menos, que podemos explicar de donde viene, los orígenes del nacionalismo ruso y ucraniano, como se crearon los actuales estados, que es eso de las Protestas de 2013 en Donbas, Donetsk, Jarkov, Lugansk, el derrocamiento del presidente Yanukóvich, la Guerra de Donbas, adhesión de Crimea, acuerdos de Minks y victoria de Poshorenko o la del actual presidente Zelensky. Ucrania siendo el escenario de una guerra de baja intensidad desde hace mucho tiempo, ahora se ha iniciado una invasión.
Las imágenes que estamos viendo en televisión o Twitter, hielan el alma de cualquier ser humano. Estamos siendo, por el momento, espectadores de una invasión ordenada por un autócrata autoritario como Vladimir Putin. Esto ha generado una oleada de solidaridad con el pueblo ucraniano como no se recordaba en occidente desde hace 20 años con la invasión de Irak por parte de los Estados Unidos. Una oleada de solidaridad también dentro de las fronteras rusas, también por ciudadanos rusos. En la condena contra la violencia no existen nacionalidades.
Eso es lo que tenemos que defender todo el mundo en un solo grito. No a la violencia, en Ucrania, en Yemen, en Siria, en Sur Sudán, en la República Centroafricana, en Nigeria, en República Democrática del Congo, en Afganistán, en Pakistán, en Irak o en Palestina. También, en contra de los miles de muertos que se lleva en México el cártel de la droga, el terrorismo, la violencia policial racista en Estados Unidos, la violencia de género, o en cualquiera de sus contextos.
Luis Eduardo Aute se reconocía enemigo de la guerra y su reverso la medalla. Hoy, 3 de febrero de 2022, solo quiero tratar de entender, y conmigo, quienes me quieran escuchar, porque estamos viendo esas imágenes. De paso, aunque sea de modo simbólico, condenando esta invasión, condenar todas las guerras y formas de violencia. Es posiblemente un símbolo que tiene que unirnos para condenar todo tipo de violencia, en cualquier parte del mundo.
El otro día abrí la versión en digital de un periódico español y estaba informando sobre lo que estaba ocurriendo en Ucrania. Me fijé en un mapa, en el que explicaba el avance de las tropas rusas. Me pareció frío y hasta desagradable. Tengo que reconocer que no es muy distinto de otros mapas que publicó la prensa, cuando hizo algo de caso, sobre Siria, Irak o Afganistán. No hay que ser un lumbreras para saber que detrás de ese mapa se esconden miles de historias, nombres, vidas.
Realmente, esta es la pulsión que me ha movido como historiador, conocer lo que está detrás. A lo largo de los diferentes capítulos que he realizado en este podcast, la idea ha sido la de mostrar la historia desde los márgenes. He hablado sobre la prostitución, la violencia de género, la historia social de los soldados, las víctimas del terrorismo. Hasta he tratado el deporte desde una perspectiva distinta, social y cultural, alejada de las grandes gestas publicadas en la prensa deportiva.
Hay conflictos que se historiaran y algunos que ya lo están siendo. El que estamos presenciando en Europa en 2022, es uno de ellos y por eso, no he querido perder la oportunidad de tratar de explicar lo que está detrás de esos mapas, de esos nombres de ciudades, de esas protestas. Hacerlo de manera tranquila para que se pueda conocer mejor, que nunca justificar, lo que estamos leyendo diariamente.
Antes de que se me tache de cualquier cosa, decir, que no es oportunismo. Una vida aquí, vale lo mismo que en otras partes del mundo, y por eso, también tengo grabado un podcast sobre lo que está padeciendo palestina.
Para saber que es Donbas, Donetsk, Jarkov, Lugansk, los acuerdos de Minks, quien es Putin y Zelensky, cuento como invitados a dos expertos sobre el tema.
Por un lado Mariano de Miguel es historiador y máster en Historia Contemporánea por la Universidad de Cantabria, especialista en conflictos de post soviéticos y de Oriente Medio (principalmente todo lo englobado dentro del conflicto Árabe-Israelí). Colaborador en diversas publicaciones y blogs. Actualmente, docente de Geografía e Historia en la Consejería de Educación de Madrid.
Por otro, Ruth Ferrero-Turrión es Profesora de Ciencia Política y Estudios Europeos en la UCM e Investigadora Adscrita en el Instituto Complutense de Estudios Internacionales en la Universidad Complutense (ICEI-UCM) donde dirige los Diplomas Migraciones y Relaciones Internacionales, Las políticas de inmigración y asilo de la UE, y Nuevos Escenarios en los Balcanes. Forma parte del Grupo de Investigación Complutense GEMI de Migraciones Internacionales. Ha sido Premio Europeo de Investigación Carlos V 2019 por la Fundación Europea e Iberoamericana de Yuste y Non-Visegrad Fellow de V4 Think Tank Platform en 2018.
Además de sus tareas como profesora, desarrolla su trabajo profesional como consultora con instituciones y organizaciones como FIIAP, European Training Foundation, Migration Policy Group, Migration Policy Institute, Instrategies, y OIM entre otros.
Ha sido Research Fellow en la Universidad de Columbia (NYC), en London School of Economics (LSE), Babes-Bolyai University (Romania), Hungarian Institute of International Relations y Open Society Foundation de Sofia, y Senior Fellow del Institute of International Relations (IIR) de Praga. También ha sido Profesora Visitante en las Universidades de Bochum (Alemania), Coimbra (Portugal) y Varsovia (Polonia).
Ha trabajado en labores de asesoría política en el marco de la Administración General del Estado, en el Gabinete del Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales (2004-2006) y en el Gabinete del Presidente del Gobierno (2006-2011). En ambos puestos desempeñó funciones relacionadas con políticas migratorias y políticas europeas sectoriales.
Colabora como analista de política internacional y europea en El Periódico. También colabora con otros medios de comunicación como Esglobal, www.ctxt.es, Política Exterior y La Noche en 24h y en think tanks nacionales (Real Instituto Elcano, Fundación Alternativas) e internacionales (Migration Policy Institute, Institute of International Relations Prague).
Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar