“Esta boca es mía”: Sobre el caso de Sandra León

Imagen de El Mundo

Recientemente salió a la luz que una destacada investigadora consiguió una plaza de profesor titular sin estar acreditada por la ANECA. Para quienes no estén familiarizados con el tema, de manera muy simple: los rectorados otorgan a los departamentos la posibilidad de sacar a concurso público una plaza, con determinadas características. Los departamentos la publican, forman una comisión y se presenta quien esté interesado. Para las plazas de funcionario, como es natural, todo el procedimiento se publica en el BOE. Dependiendo del puesto: Profesor Ayudante Doctor, Profesor Permanente Laboral (antes Contratado Doctor), Profesor Titular, Catedrático, es necesario contar con una acreditación otorgada por la ANECA (Agencia de Calificación Universitaria); sin ella, no se puede optar por la plaza.

Ahora bien, lo que alega Sandra León, de la Universidad Carlos III de Madrid, es el clásico “no sabía, no me lo habían comunicado, estaba fuera”, pero eso no la exime de responsabilidad, aunque no considero que sea culpable. Simplemente, y nada menos, el proceso debe reiniciarse y dar por nulo el existente, esperando que ahora esté debidamente acreditada.

Nadie en su sano juicio duda de sus capacidades, el nivel intelectual, el trabajo y la dedicación de Sandra León. Sin embargo, el proceso es turbio. Es coautora de artículos con Lluis Orriols, miembro de ese departamento, con el cual habrá hablado. Es coautora de artículos con su esposo, Ignacio Jurado, también miembro de ese departamento, con el que habrá hablado. Es autora de artículos con Ignacio Sánchez Cuenca, quien fue presidente de la comisión (nada ilegal, no hay acusaciones). No podía desconocer cómo funcionaba el sistema universitario español. Por lo tanto, aunque no tenga culpa, como hubo una negligencia por parte de los responsables del procedimiento, este debe repetirse.

No deseo sumarme al escarnio público contra Sandra León e Ignacio Sánchez Cuenca (quien presentó en línea mi último libro y a quien admiro), pero quien obtuvo la plaza no posee todos los méritos necesarios y obligatorios por ley para ello. Por eso, aquellos que la apoyan de forma incondicional hacen un flaco favor al sistema universitario, ya que si permitimos que esto pase por alto solo porque es una excelente académica (lo cual es cierto, ¡tiene más de 1000 citas!), permitimos una arbitrariedad perjudicial para todos.

Además, como alguien ajeno al sistema, provoca que aquellos que en su momento obtuvieron su plaza se vean envueltos en el manto de incertidumbre del “¿y si…?” No, no hay “y si”. Todos los que tienen plaza (todos los que me han “vencido” en la convocatoria de una plaza, término que no me gusta) se lo merecen por su trabajo y dedicación. Por lo tanto, es necesario investigar lo sucedido. Por la honorabilidad de todos/as los que forman el sistema universitario.

No es aceptable, y me resulta repugnante, echar la culpa al PAS con el argumento de “no está en la convocatoria”. La ley está por encima de la convocatoria. Es decir, la convocatoria se ajusta a la ley. Si el caso llega a juicio, lo que prevalece es la ley sobre la convocatoria. No es necesario estudiar derecho para entenderlo. Los defensores de la Juan March dan un mal ejemplo al seguir este camino; hay poca solidaridad social en la academia al adoptar un enfoque de “sálvese quien pueda” y echarle la culpa al PAS (principio básico de jerarquía, ellos son profesores universitarios, los otros “meros administrativos”, argumento que me resulta repugnante). La comisión debe garantizar en última instancia que todo esté en orden, y eso está establecido por ley. Por lo tanto, hay una negligencia, ya sea intencional, como decía el Chavo del Ocho de “sin querer, queriendo” o por confusión.

En un proceso de selección, a mí no me sumaron un punto por estar acreditado como Ayudante Doctor (según la convocatoria, ajustándose a la nueva ley) y eso que tengo la acreditación superior a es, la de Contratado Doctor ¿Fue un ataque personal hacia mí? ¿Una conspiración secreta? No, simplemente fue un ERROR. No tenía ninguna oportunidad, con o sin ese punto adicional… Las comisiones pueden equivocarse, y cualquier error debe ser entendido, pero… si ese punto afectara al proceso, lo siento, habría que invalidarlo, sin culpar a nadie de mala fe. Somos humanos, y espero que continúen siéndolo los miembros de las comisiones, y la IA. Es algo normal, no hay que cuestionar la valía profesional de nadie.

Pero lo que está claro es lo siguiente:

  • Se debe repetir el proceso.
  • Sandra León no era ajena al sistema español, ya que tenía contacto con los miembros del departamento en el que se integró. En 2012 participó en un libro coordinado por Sánchez Cuenca.
  • Cuando uno se presenta a una plaza de estas características, revisa todo lo que se debe presentar y, si algo parece ambiguo, pregunta sin titubear, consulta con un conocido y trata de aclarar cualquier duda.
  • Esto es algo sabido por todos en el ámbito académico. Muchos no saben para qué sirven las acreditaciones I3 o R3, salvo que son para reconocer la investigación. Ella podría haber preguntado a Lluis Orriols o Ignacio Jurado… Culpar al PAS no tiene sentido.
  • Se deben establecer responsabilidades, y creo que ella no tiene responsabilidad legal.
  • Por supuesto, un error tan grave como este no descalifica la calidad investigadora de los involucrados.
  • Este caso es un ejemplo de un problema en la academia. Hay corruptelas y malas prácticas. Existen, NO DEBEMOS MIRAR A OTRO LADO.
    • Pagar con dinero público la publicación de un libro en una editorial privada es un copago cultural que debería revisarse.
    • La creación de equipos de investigación de proyectos I+D+i también debería ser revisada por las propias universidades, ya que en algunos casos se elige al amigo, al doctorando, al amigo que lleva una colección en una editorial, etc.
    • Algunas prácticas poco comunes en algunas plazas son conocidas porque la investigación está más cerca, lo cual es ilógico cuando se trata de ser profesor de Historia de Japón… por poner un ejemplo. Lo normal sería la creación de redes y grupos interdisciplinarios que no funcionen como Think Thank (caso de la Juan March) y donde la elección de los participantes sea completamente libre.

En resumen, esto no es algo nuevo, y el silencio cómplice de algunos causa confusión, dando la sensación de que bajo la alfombra se ha guardado algo de polvo. La universidad ha cambiado, yo creo en ella, no como algo abstracto, sino en sus miembros. Creo que esto puede ser algo positivo, ya que es una advertencia para que ciertas cosas ya no se toleren, que las viejas costumbres deben ser completamente abandonadas… Esto es un caso aislado, pero hay muchos similares. Que sirva para que no vuelva a ocurrir.

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